La teledetección es una técnica de observación espacial, temporal y espectral que permite realizar mediciones y analizar la superficie terrestre sin tener contacto con ella. Para lograrlo se utilizan sistemas de cámaras que recogen imágenes de la superficie terrestre generadas bajo la órbita de los sensores instalados en plataformas espaciales. Esta técnica facilita la obtención de información de territorios extensos, sin necesidad de desarrollar largas campañas en terreno, reduciendo tiempos y costos. Además, permite incluir zonas de difícil acceso y obtener datos periódicos, comparables y de fácil procesamiento.
El primer satélite artificial, Sputnik 1, fue lanzado por la Unión Soviética el 4 de octubre de 1957, con el propósito de obtener información de las capas altas de la atmósfera y el campo electromagnético de nuestro planeta. El 17 de mayo de 1958 la NASA lanzó al espacio el Vanguard 1, el primer satélite alimentado por energía solar. Estos desarrollos intensificaron la carrera espacial entre la URSS y Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría. A la fecha se han creado más de 5.000 satélites de diferentes tipos algunos que cesaron sus operaciones y otros aún están en funcionamiento.
Actualmente, la información generada por los satélites de observación terrestre y registrada mediante imágenes es utilizada para monitorear atributos relevantes como: vegetación, capas de hielo y cuerpos de agua, entre otros. La utilización de satélites permite identificar zonas en las que se ha ocasionado, por ejemplo, pérdida de vegetación en áreas boscosas o aumento en la turbidez de las aguas producto de procesos de eutrofización que aumentan la abundancia de algas y fitoplancton, impactando negativamente en la calidad del agua de un lago.
En relación con el caso de estudio se considerarán 3 indicadores de calidad de agua: concentración de pigmentos de algas, concentración de material en suspensión y coeficiente de atenuación difusa.